4 expectativas que pueden dañar el noviazgo (y tu corazón)
Apr 19, 2023- Las relaciones entre cristianos no están exentas de crear expectativas erróneas sobre el otro.
- Las expectativas equivocadas pueden llevar al conflicto, la frustración y a la toma de decisiones imprudentes en el noviazgo.
- Las expectativas erradas más comunes tienen que ver con la idealización, la ingenuidad, la falta de intencionalidad y la premura.
- Solo un noviazgo centrado y dependiente de Jesús puede darle gloria.
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4 expectativas que pueden dañar el noviazgo (y tu corazón)
Por Clara Bastidas
Cecilia no podía creerlo: finalmente, su crush, aquel hombre que todas sus amigas en la iglesia consideraban perfecto —y ella, ¡también!— , le había declarado su interés en iniciar un noviazgo formal. Una sensación de nervios, emoción y agradecimiento a Dios por haber escuchado sus oraciones la invadía. Y es que no era para menos: Bruno era el líder de jóvenes de su congregación, proveniente de una familia cristiana, guapísimo y, además, se notaba que amaba a Dios. ¿Qué más podía pedir Cecilia? ¡Es que ya podía verse vestida de novia y escogiendo los nombres de sus hijos!
Cuando Cecilia le dijo a Bruno que sí quería ser su novia, él la abrazó, le dio un beso en la mejilla y le dijo: “¡Te amo!”, a lo que Cecilia respondió: “Yo también te amo”, casi con lágrimas en los ojos. “Yo sé que es él”, pensó Cecilia, mientras sentía mil mariposas en el estómago.
Sin embargo, a las pocas semanas, ambos comenzaron a sentirse incómodos en el noviazgo. Bruno sentía que las cosas iban demasiado rápido y Cecilia comenzaba a resentirlo porque no recibía la atención de las primeras semanas. Se veían casi todos los días luego del trabajo de Bruno y las clases de Cecilia, y en ocasiones, ambos sentían que cruzaban la línea de lo “seguro” en términos sexuales: los besos y caricias cada vez llegaban un poco más lejos. Bruno se sentía culpable porque disfrutaba demasiado esos momentos y sabía que había cruzado límites peligrosos, y Cecilia también, pero al mismo tiempo, se sentía amada y más cerca de él.
Con el pasar de los meses, su relación se encontraba en una dinámica en la que Cecilia demandaba más atención y tener planes y fechas concretas de cara al futuro. Bruno sentía mucha presión de responder como ella quería y de pensar pronto en una propuesta de matrimonio, y las caricias “pasadas de raya” entre ellos solo aumentaban esa presión. Al poco tiempo, Bruno decidió terminar la relación argumentando que realmente no estaba seguro de ser el hombre indicado para ella. Si Bruno sentía una mezcla de tristeza, culpa y alivio, Cecilia sentía que su mundo se derrumbaba. ¿Cómo podía pasar esto si Dios le había confirmado que él sí era el hombre para ella?
La intención de contar esta historia no es preguntarte si eres “team Bruno” o “team Cecilia”, ni de determinar quién tiene la culpa de estos corazones rotos. Lo cierto es que muchas de nosotras hemos sido Cecilia o Bruno en alguna de nuestras historias. En general, los involucrados siempre tienen una cuota de responsabilidad en cómo se lleva y por qué termina una relación. Usando la perspectiva de Cecilia, quisiera compartirte algunas falsas expectativas con las que muchas entran al noviazgo y cómo lo más sabio es poner tu principal esperanza en Jesús.
1. La expectativa de un amor que solo Dios puede darnos
Muchas veces, tenemos tan idealizada la idea del noviazgo y de la persona de Dios para nosotras, que hemos construido una utopía alrededor de la forma en la que queremos y esperamos ser amadas cuando finalmente llega una relación. Esperamos que ese hombre soñado nos dé validación, atención completa, amor incondicional, sacrificio y hasta identidad. Pero esto es algo que ni siquiera tu esposo por 30 años podrá hacer por ti, al menos no completamente. Tu novio es un pecador en proceso de santificación, exactamente igual que tú. ¡Solo el amor de Cristo te ofrece esto! Y estas cosas las encuentras en Él hoy. Cuando esperamos recibir todo esto de nuestro novio, la frustración aparecerá constantemente. No se trata de que la relación no deba ser amorosa y respetuosa, sino de que tu novio no puede ser tu fuente de amor ni identidad.
2. La expectativa de que él es “el correcto”
El hecho de que inicies un noviazgo con un cristiano, que ambos se atraigan y que las personas a su alrededor estén contentas, no implica que puedas tener certeza de que te casarás con esa persona. Proverbios 14:15 (NVI) nos recuerda: “El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va”. Alimentar una certeza de ilusiones y sentimientos es una actitud ingenua. Una mujer prudente y temerosa del Señor entiende que el noviazgo es un tiempo de conocimiento y evaluación mutua. Cecilia estaba segura de que Bruno era el hombre para ella, con base en su idea de quién era Bruno y en sus expectativas de él, no en la realidad.
3. La expectativa de que la relación fluirá solo porque es de Dios
En concordancia con lo anterior, es importante entender que las relaciones requieren trabajo intencional. Pero esa intencionalidad no se trata solo de hacer cosas de novios, de acariciarse o ir al cine. Tu tiempo en el noviazgo es preciado porque deben usarlo para conocerse, necesitan conversar de temas que no solo les permitan conocerse superficialmente (¡no basta con saber su color o película favorita!), sino hablar de los temas que pueden ser duros o, al menos, retadores: su historia personal, finanzas, sueños, visión de la relación con la familia, hijos, pecados con los que luchan, posiciones doctrinales en la fe, entre otros temas que serán determinantes en un potencial matrimonio.
4. La expectativa de que ir demasiado rápido es inofensivo
Eclesiastés 3:1 (NVI) declara: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”.
Vivir las cosas demasiado rápido siempre dejará algún tipo de herida en nosotras. Debido a las expectativas distorsionadas que mencioné anteriormente, es común que pensemos que es inofensivo cruzar ciertas líneas. Involucrarnos en prácticas sexuales que están reservadas para el matrimonio crea lazos que no están diseñados para esta etapa. Decir palabras de tanto peso como “te amo” en momentos incipientes de la relación puede herirnos igual o más que la intimidad física. Normalmente, cruzamos todos esos límites porque queremos vivir la satisfacción instantánea que nos traen esas experiencias. Pero sabemos que Jesús nos llama a negarnos a nosotras mismas y a demostrarle nuestro amor al obedecer sus mandamientos. Podemos esperar el tiempo oportuno porque confiamos en Él.
Mi anhelo es que en tu noviazgo siempre puedas decir sinceramente: “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio” (Salmos 18:2a NVI), porque has puesto tu confianza en Cristo y no en un ser humano. Un hombre que también ame a Jesús buscará también las expectativas correctas en el noviazgo para que ambos puedan glorificar a Dios no solo de palabra, sino con hechos en esa relación.
Aprende
La mujer prudente es cuidadosa de sus pasos y lo examina todo, en especial cuando sabe que su corazón engañoso está involucrado.
Vive
Te invito a pensar, ¿qué expectativas distorsionadas has tenido con respecto a tu noviazgo (o a tu idea general del noviazgo)?
Lidera
Reúnete con amigas solteras y, entre todas, hagan una lista de aquellas expectativas correctas que pueden llevarlas a vivir noviazgos exitosos que agraden a Dios. Guárdala en tu diario de oración.
Recursos:
El Pequeño Manual para Novios, de Sebastián Golluscio https://www.amazon.com/-/es/Sebastian-Andres-Golluscio/dp/0829761918
Outdated, Jonathan Pokluda. https://www.google.ca/books/edition/Outdated/w2caEAAAQBAJ?hl=en&gbpv=0
Sobre la autora
Clara Bastidas es misionera, esposa, mamá, abogada de derechos humanos y creadora de contenido cristiano. Desde 2019, sirve junto con su esposo en un ministerio evangelístico en Quebec, Canadá. En sus redes sociales comparte acerca de la vida abundante en Cristo, soltería y teología aplicada a la vida cotidiana. También tiene un podcast, Teológicamente Prácticas.
Encuéntrala en sus diferentes redes:
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