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¿Cuidar mi cuerpo es vanidad?

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¿Cuidar mi cuerpo es vanidad?
  • Cuidar nuestro cuerpo nos recuerda de dónde fuimos rescatadas y a dónde iremos.
  • La motivación para cuidar nuestro cuerpo no debería provenir de la vanidad, sino de que cuidar de él alaba a Dios, nuestro creador.
  • Conocer a Dios nos recuerda que tenemos un cuerpo finito y dependiente de Él.

 

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¿Cuidar mi cuerpo es vanidad?

Recuerdo que hace algunos años seguía muchísimas cuentas en Instagram acerca del cuidado del cuerpo. Debo reconocer que nunca seguí las rutinas de ejercicios que presentaban como la respuesta para alcanzar tu peso corporal ideal y hacer tu vida más feliz. Tampoco realicé las dietas que a ellas les habían resultado y que gustosamente las compartían con todos sus seguidores.

No te miento cuando te digo que seguía cientos de cuentas de ese tipo. No obstante, aunque pasaba horas a la semana viendo rutinas de ejercicio que me animaban a seguirlas, cuando se terminaba el video, también mis ganas de ejercitarme. Cuidar mi alimentación tampoco estaba en mis planes porque siempre había una excusa en cuanto al costo de algunos ingredientes.

La realidad era que no quería esforzarme por mejorar mi estilo de vida. No quería hacerlo porque me pareció más cómoda la idea de «aceptar mi cuerpo y estar feliz con él». Pensaba que eso no era tan importante porque en realidad no soy obesa; sí, tengo sobrepeso, pero hay un gran número de mujeres que están cambiando la cultura de la gordofobia para animar a mujeres como yo, que no están cómodas con su cuerpo, pero que han aceptado que no es necesario hacer cambios significativos.

Quizá ese no sea el enfoque o el mensaje principal de esas cuentas, pero en aquel entonces, así fue como lo percibí. Así que, un buen día, tomé mi celular y dejé de seguir todas aquellas cuentas de cuidado corporal y dietas saludables, ¿me creerías si te dijera que tardé tres días en borrarlas todas porque Instagram no te deja eliminar más de 150 cuentas por día?

 Mayordomía

No obstante, con el paso del tiempo, no solo no lograba sentirme cómoda con mi cuerpo, sino que, además, comencé a ver un deterioro en algunas de mis articulaciones. Las rodillas, por ejemplo, esas articulaciones que nos recuerdan que el tiempo de caminar sobre esta tierra ha sido largo, pero también que están cargando más peso del que deberían.

Recuerda que Dios nos creó con tal precisión y sabiduría que nuestro cuerpo nos avisa, por así decirlo, cuando tenemos que hacer cambios considerables para mantenerlo sano. Algunas veces son con dolores articulares, otras veces son por medio de jaquecas, insomnio, depresión, entre otras. Todas esas manifestaciones nos recuerdan que vivimos en un cuerpo que se está desgastando y que somos responsables de cuidarlo.

Vivimos en un cuerpo que nos fue dado para que por medio de él reflejemos la imagen de Cristo con mejor y mayor claridad, ¿por qué habríamos de descuidarlo? Quizá las siguientes preguntas nos ayuden a entender mejor acerca del cuidado de nuestro cuerpo: ¿Soy dueña de mi cuerpo? ¿Rindo cuentas a alguien por cómo cuido de él?

Sin embargo, la realidad es que no somos dueñas de nuestro cuerpo, le pertenece a Dios que lo creó todo. Una definición de mayordomía dice lo siguiente: 

Mayordomía es asumir la responsabilidad por las cosas que el Señor nos ha confiado. Es ser fiel con ellas. Un administrador es una persona que administra la propiedad de otra persona, alguien que se ocupa de algo, un cuidador. Cuando te ponen a cargo de las cosas de alguien más, las manejas con cuidado, especialmente si esa persona está en una posición de autoridad sobre ti.[1] 

Entonces, ¿de qué forma estamos cuidando nuestro cuerpo?

Manos a la obra

Reconocer y recordar cada día que Dios es el dueño de nuestro cuerpo nos llevará, con seguridad, a tomar decisiones en respuesta a quién es Dios y lo que ha hecho en nosotras por medio de Cristo, que aun la forma en cómo nos ejercitamos y alimentamos responde al llamado de Colosenses 3:23-24, que dice: «Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien sirven.».

Recordar que actuamos en respuesta al conocimiento de Dios nos protegerá de hacer las cosas para nuestro beneficio o por vanidad. Nos alimentaremos bien y nos ejercitaremos con regularidad porque hemos entendido que nuestro cuerpo no es nuestro, que debemos cuidarlo porque es en él donde vivimos y viviremos hasta el día que bajemos al sepulcro. Lo cuidamos porque se nos ha llamado a cuidar de él, porque en él vive y habita el Espíritu Santo.[2]

Necesitamos cuidar de nuestro cuerpo, hermana, no por vanidad o por entrar en el estándar de belleza que el mundo de la moda ha impuesto. Debemos cuidar de él por salud, por bienestar y porque eso es bueno para nosotras y además refleja nuestra dependencia a Dios y nuestra alabanza a Él por medio del cuidado de nuestro cuerpo.

Es también por gratitud a Dios que cuidamos de nuestro cuerpo: cuidamos de un cuerpo que nos recuerda la fragilidad humana; al desgastarse nos recuerda que el pecado afectó de manera significativa la perfección con la que fuimos creadas. Pero de igual manera nos recuerda que en la tierra nueva tendremos un cuerpo nuevo, un cuerpo que no se desgastará, que no sufrirá, que no se enfermará. Un cuerpo que será perfeccionado.[3]

Demos gloria a Dios y cuidemos el cuerpo que nos ha dado. «Y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.» (1 Ts 5:20-23).

 

Aprende

En esta cultura que es tan visual y que compite por la belleza, es necesario que recordemos las verdades del evangelio para afianzarnos en la identidad que tenemos en Cristo. El cuidado de nuestro cuerpo debe responder al reconocimiento de que no nos pertenecemos y que cuidamos del templo del Espíritu Santo.

Vive

Es un buen momento de meditar en la forma en cómo hemos cuidado de nuestro cuerpo y en respuesta a qué o a quién lo hemos hecho. Es probable que muy en el fondo haya un dejo de vanidad, pero qué bendita esperanza tenemos en Cristo, que aún esos pecados que parecen inofensivos, Él los trae a nuestra mente para que podamos acudir al trono, y pedir piedad y misericordia para nosotras, y recibiremos el perdón.

Lidera

Quizá quieras acercarte a alguna anciana de tu iglesia local para rendir cuentas, y de igual manera, acercarte a una más joven que sepas que está luchando con la vanidad, para que juntas puedan crecer en un mayor entendimiento de la mayordomía corporal y cuiden de su cuerpo con otra visión.

 

Recursos

https://www.instagram.com/elcristianofitness/ 

 

[1] https://es.9marks.org/articulo/crecer-clase-10-mayordomia/

[2] c.f. 1 Cor. 6:19

[3] c.f. 1 Corintios 15:42-58

 

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