Suscríbete

Dios quiere sanar tu corazón roto

corazón roto dolor esperanza sufrimiento Sep 11, 2024
Dios quiere sanar tu corazón roto
  • Hay un tiempo para todo, incluso para sufrir.
  • Experimentaremos sufrimiento a causa de nuestros pecados, pero también por los pecados de otros.
  • Podemos expresar nuestro dolor a Dios.
  • Hay esperanza en la obra de Cristo en la cruz.

 

¡Vive de manera plena conociendo el plan de Dios para ti!

Suscríbete aquí para descargar los recursos bíblicos gratuitos que te ayudarán a hacerlo.

 

Dios quiere sanar tu corazón roto

No todos los corazones sangran, pero cuando lo hacen, experimentarán dolor en algún momento. Dolores causados por el exterior, aunque en ocasiones son lastimados o heridos desde dentro de sí mismos.

Cuando digo «corazones que sangran» no me refiero al músculo que se ubica entre nuestros pulmones y detrás del esternón, de lo que hablo es de la parte que metafóricamente alberga nuestros sentimientos. ¡Ay, ese corazón al que se le han hecho miles y miles de canciones! ¡Ese corazón al que se le han escrito poemas! Ese corazón que, si somos perspicacez, nos percataremos de cuánto necesitamos a Dios, no solo cuando sangran, sino todo el tiempo.

La vida en este mundo caído es cruel, aunque siendo honestas, no siempre sufrimos, no siempre lloramos, no siempre nos estamos lamentando. Bien lo dijo el predicador: «Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo: Tiempo de llorar, y tiempo de reír; Tiempo de lamentarse, y tiempo de bailar» (Ecl. 3:1,4).

Existe un tiempo para todo y cuando llegue el tiempo de sufrir, aprendamos de los corazones rotos a sufrir bien y a depender de Dios en los momentos en los que las nubes oscuras se posen sobre nosotros o seamos heridas por nuestro pecado o por el de otros.

Dolor con causa

Si elaboráramos una encuesta en la que cuestionemos sobre a quiénes les gusta sufrir, me atrevo a decir que la mayoría diría que no les gusta sufrir. ¡Yo levantaría la mano! No me gusta sufrir, ni ver a alguien padecerlo, mucho menos a quienes estimo.

No obstante, el sufrimiento y el dolor nos llevan a exclamar: ¡Tengo roto el corazón!; sin embargo, en las manos de Dios posee un propósito: hacernos más parecidas a Jesucristo, perfeccionar nuestro carácter y afirmar nuestra identidad.

En la soberanía de Dios no se desperdicia nada, por lo tanto, el dolor que experimentamos nos lleva a depender de la gracia de Dios en medio de la situación. Por ejemplo, el dolor, en los hijos de Dios, cumple un propósito: buscamos a Dios con más transparencia y necesidad sincera cuando nos duele el alma y el corazón, más que en otras ocasiones. Recordemos y leamos el Salmo 13, ese canto que sale desde un corazón que está sufriendo:

¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás de mí Tu rostro?
¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma,
Teniendo pesar en mi corazón todo el día?
¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?

Considera y respóndeme, oh Señor, Dios mío;
Ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte;
No sea que mi enemigo diga: «Lo he vencido»;
Y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido.

(Sal 13:1-4)

¡¿Hasta cuándo, oh Dios?! El grito desesperado viene de un corazón que está experimentando dolor y sufrimiento. Vemos al salmista derramando su corazón con toda vulnerabilidad ante Dios, y lo vemos clamar por ayuda cuando se siente abandonado por Dios, ¿no es así como nos sentimos muchas veces? Abandonadas a nuestro dolor, olvidadas y solas.

Desafortunadamente esta es la realidad de un mundo caído, pero no estamos solas, ni hemos sido olvidadas y tampoco abandonadas a nuestro dolor. Y aunque muchas veces pareciera que nuestras vidas son como las de cualquier persona en este lado de la eternidad, ¡no es así! existe una mayor y mejor historia a la que pertenecemos.

Hay esperanza

Una historia en donde el actor principal sufrió a tal grado para que aquellos que creen en Él, cuando experimenten sufrimiento, tengan la certeza de que no están solos y que hay un propósito mayor. Así que no puedo asegurarte que no sufriremos, la realidad es que seguimos viviendo en este mundo caído en el que los efectos del pecado siguen haciendo estragos en la humanidad y en nosotras mismas.

Pero lo que sí puedo aseverar es que, en medio de todo el dolor, el Dios que te rescató al morir en una cruz estará contigo cuando tengas el corazón roto, no te dejará, ni te desamparará. Porque Él dijo: «Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti» (Is 43:2).

Recuerda que hay esperanza en la obra que Él está haciendo en nosotras porque todo tiene un propósito mayor. Tenemos la confianza de que Él escucha nuestro clamor porque sabe y conoce nuestro dolor. Nuestra fe radica en que tenemos la certeza de que seremos consoladas por medio de Cristo y en algún momento podremos consolar a otras que estén sufriendo.

El mismo salmista nos lo recuerda:

Pero yo en Tu misericordia he confiado;
Mi corazón se regocijará en Tu salvación.
Cantaré al Señor,
Porque me ha llenado de bienes.

(Sal 13:5-6).

¡En tu misericordia he confiado! Que estas palabras que leemos sean una realidad en nuestra vida a medida que sufrimos para que así nos llenen de esperanza en medio de un corazón que sufre y que sangra de dolor. Que nosotras recordemos que todo sufrimiento y dolor terminarán algún día.

Dios nos ha prometido que un corazón que sangra, sufre y se duele no durará para siempre, de hecho, viene el día en el que ya no habrá más corazones rotos porque:

Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos,

y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor,

porque las primeras cosas han pasado.

(Ap 21:3-4).

Y que así sea. Amén.

 

Aprende

Es nuestro anhelo que si tienes el corazón roto, recuerdes que hay esperanza en Cristo, ningún dolor durará para siempre. Te animamos a que visites a alguna hermana madura en la fe para que puedas expresarle tus sentimientos y para que juntas recuerden las verdades maravillosas y sanadoras del evangelio.

Vive

Lee con detenimiento el salmo 13 y conviértelo en una oración en la que derrames tu corazón ante el Señor y le expreses tu sentir.

Ora a Dios reconociendo y recordando que Él está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los de espíritu abatido. No demores, tienes la entrada directa al trono de la gracia y puedes hablar con tu Padre Eterno que te conoce, te recuerda y te ve.

Lidera

De igual manera, acércate a alguna mujer que está experimentando dolor o lo que llamamos «corazón roto» y, tú que has sido consolada en el Señor, recuérdale el gozo que tiene por medio de Cristo.

 

 

 

¡Únete Reformadas hoy!

Y accede a los estudios Bíblicos gratuitos que satisfacen tu alma y aumentan tu fe.

¡Da clic aquí!