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¿Intentas robar la gloria de Dios? Conoce a Simón el mago

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¿Intentas robar la gloria de Dios? Conoce a Simón el mago
  • La necesidad de ser vistos, amados y exaltados por otros es el pan de cada día.
  • Somos ladrones de gloria; en ocasiones de manera evidente, en otras, desde el secreto de nuestros corazones.
  • El poder de Dios no se compra, no se vende y no debería ser usado para nuestra gloria y agenda.
  • El arrepentimiento genuino es visible.
  • Hay esperanza para el pecador que se arrepiente.

 

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¿Intentas robar la gloria de Dios? Conoce a Simón el mago

Hace tiempo tuve una conversación muy enriquecedora con algunas amigas, que al igual que yo, son creadoras de contenido cristiano en las diferentes redes sociales: YouTube, Tiktok, Instagram, Facebook, WhatsApp y Telegram. En nuestra conversación dábamos gracias a Dios por la oportunidad de hablar y de compartir el evangelio por esos medios, los cuales, bien usados, pueden ser una ventana al Reino de Dios para los no creyentes.

No obstante, también hablábamos de los riesgos que se corren en cuanto a consumir mensajes que son muy amigables, muy lindos, pero que podrían ser bíblicamente o teológicamente incorrectos porque nacieron desde un corazón que no busca la gloria de Dios ni la edificación de su iglesia, sino que busca su propia gloria: hacerse de un nombre para sobresalir de entre las demás; engrandecer sus ministerios para ser reconocidas, amadas y aclamadas por otras personas; por tanto, estas actitudes reflejan necedad y evidencian corazones endurecidos por el engaño del pecado.

No es nuevo

Aunque inicié hablando de lo que vemos en las redes sociales, la realidad es que la búsqueda y el anhelo de nuestra propia gloria por medio de los dones y talentos de Dios no es novedad; un ejemplo de eso lo podemos ver en la Biblia: la historia de Simón el mago, quien incluso pagaría por obtener el poder de Dios, si esto pudiera ser posible. 

El libro de Hechos, capítulo 8, narra brevemente que los apóstoles visitaban la ciudad de Samaria, donde el mago Simón engañaba a las personas por medio de un falso poder que le atribuía a Dios; desde la menor hasta la mayor de las personas, le prestaban atención y decían: «Este es el que se llama el Gran Poder de Dios.» (Hch 8:10).

Simón el mago tenía una gran fama, sus encantamientos lo habían llevado a que hombres y mujeres de todas las edades lo consideraran alguien usado por Dios, por lo tanto, era alguien importante, reconocido y admirado por las personas que lo seguían. No obstante, en la Biblia, la magia está asociada con prácticas ocultistas que no tienen nada que ver con Dios.

¡Quiero el mismo poder!   

Cierto día, el mago pudo ser testigo del verdadero poder de Dios por medio de Felipe, uno de los apóstoles de Cristo. Simón creyó en el mensaje de Felipe acerca del evangelio del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo (Hch 8:12-13). Y después, cuando Pedro y Juan llegaron a la ciudad y oraban por las personas, observó cómo estas se llenaban del Espíritu Santo: el poder de Dios era evidente, todos podían verlo; y la fama de los apóstoles, por así decirlo, iba creciendo en ese lugar.

Simón era una estrella que se estaba apagando, su fama iba en picada al lado de estos hombres que hacían prodigios, señales y milagros por medio del Dios de los cielos. El poder que ellos tenían, que Dios les había otorgado para ayudar a su iglesia, bien podría ser codiciado por alguien con deseo de glorificarse a sí mismo, y eso le sucedió a Simón, el mago.

¿Cuán grande sería su deseo que les ofreció dinero a los apóstoles para tener el mismo poder: «Denme también a mí esta autoridad, de manera que todo aquel sobre quien ponga mis manos reciba el Espíritu Santo.» (Hch 8:19); un grito desesperado para decir: ¡Quiero el mismo poder! Simón no entendía que el poder de Dios no es algo que puede obtenerse para darle uso como nosotros queramos; él no entendía que ese poder no se vende o se compra; su orgullo, su deseo de sobresalir y de tener ese poder lo habían cegado. Simón no quería al Espíritu Santo para que lo gobernara y dirigiera su vida, él solo quería el poder de Dios, sin tener a Dios. No le importaban las personas a las que podría ayudar y guiar a Cristo, le importaba él y lo que podría alcanzar usando el poder de Dios.

Discernimiento y falso arrepentimiento

Pedro pudo discernir las intenciones del corazón del mago Simón, así que al instante le respondió: «¡Que tu dinero perezca contigo —contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!» (Hch 8:20 NVI). Además, le hizo ver que él no era íntegro delante de Dios y que era mejor que se arrepntiera para obtener su perdón, y así no caer en amargura y en la esclavitud del mal (Hch 8:21-23). Pero Simón no conocía a Dios, el arrepentimiento que debía experimentar tendría que haberlo llevado a estar delante del altar para clamar por misericordia por haber pecado contra el Dios santo; sin embargo, no fue así. Es verdad, él creía en Dios, pero no le conocía y tampoco reconocía haber actuado con maldad, necedad e incredulidad; por lo que su arrepentimiento y la petición a Pedro eran para no librarse de las consecuencias del pecado; no le interesaba humillar su corazón, no quería a Dios, quería los beneficios que podía obtener de Él. 

Al igual que Simón, el mago, todas nosotras, en algún momento, hemos sido tentadas en  buscar nuestra propia gloria y engrandecer nuestro nombre por medio de los dones y talentos que Dios en su bondad da a su iglesia. No pagamos por ellos, pero el deseo de hacer uso de ellos para nuestro beneficio quizá hizo acto y presencia en nuestra vida.

Ahora bien, también puede ser que aún no nos veamos tentadas, pero necesitamos estar alertas por si esto se presenta en nuestros corazones; cuando eso suceda, vayamos con alguien mayor en la fe, mujeres maduras en nuestras iglesias locales con las que podamos hablar acerca de lo que estamos sintiendo para que, en arrepentimiento genuino, podamos confesarlo y combatirlo antes de que sea demasiado tarde, ¡no estamos solas, hermana! Dios nos ayude.

 

Aprende

¿Cuál fue el error que cometió Simeón? ¿Qué otros ejemplos en la Biblia recuerdas de personas que actuaron como él?
Lee 1 Pedro 4:10-11 y responde: ¿Conoces los dones y talentos que Dios ha depositado en ti para la edificación de su iglesia? ¿Cómo pones en uso tus dones para la gloria de Dios? ¿Cómo glorificas a Dios por medio de lo que te ha dado? 

Vive

¿Pudiste identificarte en algún momento con Simón, el mago? ¿El Espíritu Santo te ha convencido de pecado y te llevó al arrepentimiento? ¿Qué harás diferente de ahora en adelante?
Ora a Dios para que te fortalezca y guíe en el uso de los dones y talentos que te ha dado. Ora por discernimiento en caso de que estés buscando tu propia gloria y no te hayas dado cuenta. Dios te muestre si eso está ocurriendo contigo.

Lidera

 Quizá, como Pedro, en esta ocasión te toque ser quien, con gracia y con verdad, pueda hablar a alguna mujer que está desviando su llamado a servir a Dios y glorificarle para servirse a sí misma.

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/quien-simon-mago/

 

 

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