¿Quieres hacer tu voluntad? Conoce la historia de Balaam
Aug 07, 2024
- No todo lo que hacemos proviene de un corazón correcto delante de Dios.
- Podemos ir en contra de la voluntad de Dios al estar buscando nuestro beneficio y olvidarnos de lo que Dios ha dicho.
- Busquemos hacer la voluntad de Dios aunque eso signifique morir y renunciar a nuestros anhelos.
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¿Quieres hacer tu voluntad? Conoce la historia de Balaam
Nota del editor: El personaje de hoy en la lista negra de la Biblia se trata de Balaam. Puedes leer en tu Biblia su historia en el libro de Números capítulos del 22-24; es necesario que la leas para entender mejor de lo que hablaremos hoy.
¿Te has preguntado si lo que estás haciendo va de acuerdo con la voluntad de Dios para glorificar su nombre o si solo es para obtener algún beneficio, reconocimiento o ganancia monetaria? ¿Te has preguntado si las intenciones de tu corazón son correctas delante del Señor? ¿Le has permitido a Dios mostrarte la condición de tu corazón? Es necesario que volvamos a la Biblia y veamos quiénes somos a la luz de ella para saber y reconocer si acaso lo que estamos haciendo es con un corazón correcto delante del Señor.
Un corazón incorrecto
Si miramos de cerca y con detenimiento la historia de Balaam en el Antiguo Testamento nos podremos dar cuenta si acaso en algún momento hemos actuado de la misma forma que él. Tal vez no anunciamos el mensaje de Dios a multitudes, pero sí en lo secreto de nuestros hogares, en nuestros lugares de trabajo, en las redes sociales o en las universidades y todo lugar donde el Señor nos tenga en la misión de hacer discípulos para Cristo.
Después de que el pueblo de Israel salió de Egipto y comenzó su peregrinar en el desierto, el rey moabita Balac mandó a buscar a un profeta que no pertenecía a Israel. Balaam. Él era un adivino, un hechicero famoso que tenía poder en sus palabras. Practicaba la magia y la adivinación (Nm 24:1) era un falso profeta, hablaba en nombre de Dios, pero no para glorificarlo, sino para obtener beneficios.
Balaam era uno de los numerosos profetas que adoraban a los dioses de la tierra, era reconocido, admirado y tenía mucha influencia entre los suyos. Cuando pronunciaban bendición o maldición, sus palabras eran consideradas como verdadera profecía. Por eso no es de extrañar que el rey Balac lo mandó a buscar para maldecir a Israel, que era una amenaza para los moabitas y madianitas. El rey Balac mandó decir a Balaam:
Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices queda bendito y a quien tú maldices queda maldito (Nm 22:6 NVI).
Ese mensaje lo llevaron los jefes de Moab y de Madián, pero no fueron solo a pedirle que fuera con ellos, sino que le ofrecieron dinero a Balaam para pagarle por las maldiciones que pudiera proferir contra Israel. ¿Qué fue lo que hizo Balaam? Les pidió que se quedaran la noche ahí prometiendo comunicarles después lo que el Señor le dijera.
Dios habla con Balaam, y al expresarle lo que esos hombres buscaban de él, Dios le responde: «No irás con ellos ni pronunciarás ninguna maldición sobre los israelitas, porque son un pueblo bendito» (Nm 22:12 NVI). Esa fue la orden de Dios ¡punto! Hasta ahí debería de haber quedado la historia porque Dios habló claramente con él. Sin embargo, me llama la atención que Balaam dice a los oficiales lo siguiente: «Regresen a su tierra porque el Señor no quiere que vaya con ustedes» (Nm 22:13 NVI cursivas añadidas).
¿La voluntad de Dios o la tuya?
¿Te das cuenta de lo que está sucediendo? Balaam prácticamente les deja ver que él sí quiere ir, pero es Dios quien no quiere que los acompañe. Es como decir: si quiero aceptar tu oferta, pero Dios dice que no vaya. Más adelante esos mensajeros vuelven con personas más distinguidas, como una forma de convencer a Balaam por medio de la avaricia, el reconocimiento y lo que pudiera obtener de parte de ellos.
¿No te suena a que algo similar puede estar ocurriendo en nuestros días? Tal vez no nos pidan que maldigamos a alguien, pero sí que vayamos en contra de la voluntad de Dios. Balaam consultó a Dios una vez más para saber si debía ir o no a maldecir a Israel. ¡Siguió preguntando a Dios cuando Él ya había dicho claramente que NO fuera!
¿Has estado en esa situación? En una situación en la que quieres hacer algo porque sabes que será bueno para ti, que traerá beneficios económicos, reconocimiento y quizá hasta es algo que de verdad deseas, pero Dios dice: No, no es mi voluntad. Y vuelves y preguntas, y vas de nueva cuenta y buscas la manera de convencer a Dios de que lo que harás será bueno para ti sin pensar en nada ni nadie más; de hecho, sin pensar en que Dios está cuidándote de lo que vendrá después.
Pero no puedes ver lo que acontecerá, sigues pensando que todo será de bien para ti y sigues sin detenerte hasta que Dios diga que sí. Y quizás abrirá alguna puerta, una oportunidad, te dará lo que deseas. Pero no es porque cambió de opinión, sino porque ahora conocerás que la voluntad de Dios no es hacer tu voluntad y habrá consecuencias a la desobediencia e incredulidad que tuviste a su Palabra. Recuerda que, aunque Dios permita que hagamos algo que va en contra de su voluntad, no significa que lo apruebe o que sea bueno para nosotras.
No somos tan distintas
No somos tan diferentes a Balaam. Quizá no maldigamos a alguien para recibir ganancias. Pero quizás hemos dicho palabras en nombre de Dios sin conocerlo, sin estar convencidas de su poder, solo para tener el reconocimiento de alguien importante. Quizá hemos buscado con desesperación realizar algo que claramente Dios nos ha dicho no, una y otra vez y seguimos insistiendo porque entendemos que es algo bueno, incluso para la obra de Dios, pero Dios ya dijo que no.
¿Por qué insistir en cambiar la voluntad de Dios? ¿Por qué anhelamos las riquezas, el reconocimiento, los lugares que personas influyentes nos prometen a cambio de hacer algo que a Dios no le place que hagamos? ¿Por qué consentiríamos en servir o trabajar para alguien que nos pide que hagamos algo contrario a la voluntad de Dios solo para nuestro beneficio?
Hay esperanza
Al igual que Balaam, nosotras tenemos la oportunidad de arrepentirnos y volvernos a Dios (Nm 22:26-32). Balaam reconoció que había pecado, pero al volverse no fue con un corazón arrepentido, pues le dijo al Señor: «como esto te parece mal, voy a regresar» (Nm 22:34). No era un arrepentimiento genuino, sino como alguien que fue descubierto y devuelve lo que robó para no ser castigado.
Balaam aparece en la lista negra de la Biblia porque fue contratado para maldecir y le pareció bien hacerlo. Insistió para cambiar la voluntad de Dios y siguió con sus planes aunque Dios dijo: NO.
Sin embargo, hay esperanza para nosotras. Hay esperanza cuando Dios nos deja conocer la condición de nuestro corazón o nuestras intenciones contrarias a su voluntad. Hay esperanza porque podemos ir a los pies de la cruz en arrepentimiento, pedir misericordia y volvernos de nuestros malos caminos para poder decir como Jesús: «pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22:42). Y que así lo hagamos, pronto. No tardes, mujer, vuélvete al Señor si te ha mostrado por medio de la historia de Balaam que en tu corazón hay algo que no habías visto antes. ¡No tardes!
Aprende
¿Cómo respondes cuando la voluntad de Dios va en contra de la tuya?
Vive
Lee el salmo 40 y responde: ¿Qué promesa de esperanza encuentras para ti? ¿Cómo respondes al Señor cuando dice: Me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón?
Ora a Dios en arrepentimiento si has visto que estás yendo contra la voluntad de Dios, acércate con confianza al trono de la gracia y encuentra ayuda y perdón de parte de Cristo.
Lidera
Comparte con alguien que sabes que está yendo tras su voluntad olvidando que Dios ya ha dado una instrucción. Ora por misericordia de aquellos que han caído en la trampa de querer hacer su voluntad y no la de Dios.
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