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¿Seré yo, Señor? La historia de Judas

amor al dinero avaricia codicia pecado traición Sep 04, 2024
¿Seré yo, Señor? La historia de Judas
  • El amor al dinero es bien visto en la cultura que impera en nuestra sociedad.
  • Podemos servir a Cristo aun cuando nuestro corazón está lejos de Él.
  • El dinero no nos da plenitud, no es fiel a nosotros, no nos acompaña en nuestro lecho de muerte.
  • No todo está perdido, también del amor al dinero nos libró Jesús.

 

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¿Seré yo, Señor? La historia de Judas

Hace tiempo vi el reel de una entrevista en la que le preguntaron a una actriz latina muy querida sobre qué necesita para ser feliz y ella responde: dinero. Por supuesto todos ríen durante el video, al final ella habla de comprarse cosas, además de ayudar a otros; y he de confesar que ese comentario provocó en mí una sonrisa. Sin embargo, aunque tiene razón en que el dinero es una buena ayuda a otros, no debemos perder de vista que «la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores» (1 Ti 6:10).

En la narrativa bíblica encontramos hombres y mujeres que podríamos considerar como actores de reparto, es decir, antagónicos en la historia que supieron ocultar su verdadera identidad y lograron engañar a más de uno durante mucho tiempo. Uno de esos actores es: Judas Iscariote; su vida no es conocida, sino hasta que llegó a ser parte del grupo cercano de Jesús.

Cercano, pero desconocido

En los tres años de ministerio con Jesús, la historia de Judas no es tan asombrosa como lo fue su traición y su muerte; no obstante, el tiempo que estuvo caminando con Jesús fue suficiente para que pudiera ver modelado el evangelio en primera fila.

Judas pudo ver y ser testigo de que todo lo que Jesús dijo e hizo provenía del Padre y de nadie más: del carácter de Jesús, de cómo es que luce un hijo de Dios, de cómo es la gracia y de cómo se obtiene el perdón. Judas fue uno de los testigos oculares del poder sobrenatural de Dios, pero tenía algo que lo mantenía entre lo santo y lo común: su amor al dinero, lo que hizo que estuviera dentro de la lista negra de la Biblia.

Al leer los Evangelios podemos conocer que Judas fue parte de las experiencias maravillosas que los apóstoles vivieron como grupo cercano de Jesús. Él había sido elegido para caminar con ellos, descansaban, servían y hablaban juntos en grupo. Por así decirlo, era una familia que estuvo muy unida durante los tres años del ministerio de Jesús en la tierra.

Judas estaba en la barca con todos los discípulos cuando Jesús calmó la tormenta (Mt 28:23-27). Estuvo presente cuando Jesús alimentó a la multitud con tan solo cinco panes y dos pescados (Mr 6:20-44). También sabemos que fue enviado junto a otros discípulos a llamar a las personas al arrepentimiento; también se le dio autoridad de expulsar demonios y fue parte de ese mover (Lc 10:1-12).

Es probable que al leer acerca de lo que Judas vivió y experimentó nos preguntemos, ¿es posible ser parte de manifestaciones poderosas, tener dones extraordinarios y aun así no gozar de la gracia salvadora de Jesús? Sí lo es, pues déjame decirte que Judas no es el único ejemplo, a través de la historia de la Iglesia hemos conocido que sí es posible que Dios obre a través de personas que no han sido salvadas y que no gozan de la justificación ni de la santificación. Un misterio que necesitamos ver a la luz de la soberanía y providencia de Dios, porque Él permite situaciones como estas para cumplir sus planes y sus propósitos para la gloria de su nombre, aunque no siempre lo entendamos.

Así que Judas, durante su tiempo cercano a Jesús, logró que todos confiaran en él mientras ocultaba su amor por el dinero. Judas también estuvo presente cuando Jesús predicó que «Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a la vez a Dios y a las riquezas» (Mt 6:24).

Por un tiempo quizá él mismo se engañó pensando en que sí era posible servir a Dios y a las riquezas. Pero, cuando amas las riquezas, cuando amas más al dinero y lo has convertido en lo más importante para ti, este te corromperá de tal manera que te hará cometer actos que no imaginabas, solo para obtener más y más de aquello que «según tú», te hace sentirte plena y feliz.

Amar el dinero te aleja de Dios

Si amas al dinero, no puedes amar a Dios. Amar las riquezas no es algo que Dios haya dicho que es bueno, de hecho, dice justamente lo contrario: el amor al dinero te llevará a de una u otra forma traicionar a Jesús, tu fe y tus principios. «Uno de los doce, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a los jefes de los sacerdotes. —¿Cuánto me dan y yo les entrego a Jesús? —propuso. Decidieron pagarle treinta monedas de plata» (Mt 26:14-15 NVI).

Y con un beso, Judas entregó a Jesús, e hizo saber al mundo que para él era más importante la riqueza y el dinero, más que la libertad y la vida eterna que recibiría de Jesús (Lc 22:48-53).

¿Qué de nosotras? ¿Qué dice de nuestra relación con Jesús la forma en cómo buscamos obtener dinero? ¿Qué dice de nuestra relación con Jesús la forma en la que somos generosas con otros? ¿Qué dice la forma en cómo nos sentimos cuando no tenemos dinero? ¿Qué dicen las cosas materiales que tanto anhelamos? Espero que estas preguntas nos ayuden a reflexionar sobre lo que oculta nuestro corazón. 

El dinero no es fiel a nosotros, puede abandonarnos cuando más lo necesitamos y no da vida abundante, ya nos lo dejó escrito nuestro Señor Jesús (Lc 12:15). El dinero no nos da compañía ni estará con nosotras para consolarnos en nuestro lecho de muerte. Judas podría darnos cátedra acerca de esto (Mt 27:5).

Hay esperanza

Pero para nosotras, para las que hemos sido redimidas, las que estamos siendo transformadas a la imagen de Cristo: hay esperanza aun cuando el amor al dinero todavía sea una lucha constante en nuestro corazón.

Judas se suicidó y perdió la oportunidad de arrepentirse y correr a la cruz de Cristo. Nosotras seguimos con vida, tenemos el Espíritu Santo que nos convence de nuestros malos caminos y nos llama de vuelta a Él.

Cuando estemos tentadas a ir tras las riquezas, recordemos que en Cristo encontramos plenitud y abundancia, lo cual es más valioso porque nos da identidad, nos dignifica y en Cristo podemos vivir en libertad. Él nos ha hecho libres otorgándonos la libertad de ir delante de Él cuando nuestro corazón tiende a irse tras el brillo de las riquezas. Vayamos a Él cuanto antes y preguntemos: ¿Seré yo, Señor, quien está amando las riquezas más que a ti?

 

Aprende

¿Cómo respondes cuando estás perdiendo las riquezas, cuando el dinero comienza a escasear? ¿Qué es lo más valioso para ti en este momento?

Vive

Lee el Salmo 16:11 y responde: ¿Cuál es la plenitud de gozo que Dios promete? ¿Cómo respondes al Señor cuando dice: en tu diestra hay deleites para siempre?
Ora a Dios para que en Él y por medio de su Palabra puedas gozarte en plenitud.
Ora en arrepentimiento si has visto que has estado amando más las riquezas que tu relación con Jesús. Acércate con confianza al trono de la gracia donde encontrarás ayuda y perdón de parte de Cristo.

Lidera

Hablar del amor al dinero no es fácil. No obstante, consideramos que es importante hablar con gracia y con mucha oración acerca de este tema con aquellos que Dios nos muestra que están comprometiendo su relación con Dios por darle más importancia al dinero. Así que ora por una persona que sabes que tiene esta batalla en su corazón y háblale de la plenitud en Cristo más que en las riquezas.

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/3-lecciones-que-todo-cristiano-puede-aprender-de-judas/

https://www.avivanuestroscorazones.com/joven-verdadera/blog/eres-un-judas/

 

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