Toda mi vida glorifica a Dios: La vida de Elisabeth Brandenburgo
Feb 28, 2024- Elisabeth nació en 1510 en Dinamarca en un contexto de religiosidad y humanismo mezclados, pero en una familia política.
- Elisabeth se casó a los quince años con un viudo de cuarenta años, mayormente por fines políticos de parte de sus padres.
- Elisabeth se convirtió al cristianismo a la edad de diecisiete años por medio del ejemplo y la enseñanza de su mamá, quien a su vez, fue influenciada por las enseñanzas de Lutero.
- Después de la muerte de su esposo, ella fungió como corregente de la monarquía, tiempo que aprovechó para propagar las enseñanzas del protestantismo.
- Tuvo cuatro hijos, un varón y tres hijas, a quienes les enseñó la fe cristiana y motivó constantemente a seguirla.
- Uno de sus hijos regresó al catolicismo por conveniencia política, y su hija se casó con un político católico por necesidad económica.
- La prioridad de Elisabeth era expandir el evangelio en sus métodos como corregente en la monarquía, pero aún más importante, como madre para la siguiente generación.
- Elisabeth nos enseña que el ejercicio de proclamar y practicar el evangelio es para la gloria de Dios y no para nuestra gloria.
- Ella dejó un legado en la historia de la Reforma como una fiel representante de la sed que provoca el evangelio para vivir y compartir con otros.
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Toda mi vida glorifica a Dios: La vida de Elisabeth Brandenburgo
Durante la Reforma se vivieron tiempos de muchos cambios, confusión y dolor. Cuando la verdad del evangelio es expuesta de manera tan vívida como lo fue a partir del Siglo XV y XVI hasta nuestros días, causa regocijo en los salvados, pero oposición para quienes están tan cómodos en sus estrados negando la verdad a través del Poder. Durante la Reforma, las mujeres experimentaron libertad para creer con su mente y corazón que podían ser valientes en exponer su fe aun en los lugares más corruptos: la política. Dicho esto, nuestra mujer de fe, Elisabeth Brandenburgo, nos enseñará qué significa ser una madre cristiana en el contexto político debido a la religiosidad.
¿Quién fue?
Elisabeth Brandenburgo nació el 24 de agosto de 1510, fruto del matrimonio de Joaquín e Isabel Brandenburgo. Fue educada en un estilo estrictamente religioso y humanista debido a que su padre era político de la ciudad de Baja Sajonia, Dinamarca. Debido al contexto político en el que creció, a la edad de quince años, se casó con el viudo Duque Eric, quien tenía cuarenta años. En 1527, su madre aceptó abiertamente las enseñanzas de Martín Lutero, a lo cual, su padre reaccionó con molestia porque el protestantismo era considerado hostil a los planes de los gobiernos y las familias. Es así como Elisabeth escucha sobre las enseñanzas de Lutero, y a los diecisiete años se convierte al protestantismo. Fue corregente durante cinco años, tiempo en el que aprovechó para implementar los valores, principios de la Reforma, y una vida de ética laboral basada en el temor al Señor. Fue madre de cuatro hijos, un varón y tres mujeres, a quienes no descuidó a pesar de su labor política. Murió en el año 1558.
¿Cuál fue su historia?
Al morir su esposo el 30 de julio de 1540, ella se convierte en corregente junto a Felipe I. Un corregente es la persona que gobierna una monarquía junto con otra por la incapacidad o ausencia del monarca. Realizó esta labor durante cinco años, los cuales aprovechó para implementar los principios bíblicos que aprendió a través de Martín Lutero. De hecho, Elisabeth intercambiaba cartas con Lutero para recibir consejo tanto para gobernar como acerca de su reciente fe cristiana.
A través de su intervención, se reguló la conversión de los monasterios al protestantismo. La princesa, como también se le llamaba, escribió varios tratados sobre relaciones jurídicas y un manual de gobierno con importantes consejos que deberían servir de guía al siguiente gobernador. También escribió canciones espirituales y una carta abierta a sus súbditos en la monarquía para fortalecer su fe. Su prioridad era ser instrumento en donde Dios la había colocado, porque lo que más le interesaba era que sus hijos siguieran la fe protestante.
Lastimosamente, su hijo estaba empezando a retomar las enseñanzas católicas para optar a cargos en la corte imperial. Incluso, fue parte del arresto de 140 pastores que se oponían a las leyes imperantes que contradecían los principios de Dios y atentó contra la libertad religiosa. En respuesta, Elisabeth decidió escribir un libro acerca del matrimonio como un legado para sus hijas que aún no se habían casado. Ella oraba mucho por sus hijos con cierta preocupación de que todo lo que había enseñado y hecho para que el protestantismo imperara en la ciudad no fuera en vano. Confiaba. Parecería que su historia se pondría mejor, pero no fue así.
Luego de una guerra en Sievershausen en 1533, Elisabeth fue expulsada de su puesto. Ella huyó a Hannover a la ciudad de Ilmenau, donde retomó la pluma y escribió otro libro de consuelo para las viudas, el cual le ayudó con su dolor y soledad, y a otras mujeres en la sociedad. Su hijo le causó gran dolor al oficializar la boda de su hermana menor, Catalina, con un católico, Guillermo de Rosenberg. La boda se llevó a cabo con fines económicos. A pesar de ello, Catalina conservó su fe protestante como su madre le había enseñado.
De Elisabeth se dice que murió con el corazón roto por su hijo, y aparentemente, cansada de la lucha porque los hombres comprendieran lo bueno que eran las leyes de Dios para aplicarlas al gobierno. Su vida se desarrolló en medio de la confusión y cambios que trajeron dolor a su vida. No podemos conocer más detalles acerca de ella, sin embargo, lo que se conoce nos da una idea de una mujer de fe que tiene motivaciones diferentes para estar en una posición de gobierno; una política que no solo busca su gloria, sino que también piensa como una madre que desea influenciar a la siguiente generación.
¿Qué podemos imitar de ella?
Mientras leía su historia, o lo que podemos conocer de ella, recordé las palabras del apóstol Pablo: «Pues ¡ay de mí si no predico el evangelio!... Bien saben cómo no rehuí declararles a ustedes nada que fuera útil, y de enseñarles públicamente y de casa en casa, testificando solemnemente, tanto a judíos como a griegos, del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo» (1 Co 9:16; Hch 20:20-21).
Dios nos encuentra en los lugares menos esperados y en las situaciones que menos consideramos para confesar a Cristo. Cuando la motivación de glorificar a Dios fluye naturalmente, no pensamos en cómo nos afectará, necesariamente, o cómo nos veremos remuneradas o nos haremos de un nombre. Considero que ninguna de las mujeres de la fe en el tiempo de la Reforma pensó en el impacto que tendrían sus acciones para que en el año 2024 aún estemos hablando de ellas y de sus historias. El ejemplo de Elisabeth como hija de Dios y como madre nos enseña que, cuando el evangelio te quema por dentro, no puedes dejar de compartirlo y defenderlo para que Dios sea glorificado.
La Biblia enseña que la salvación es personal. A pesar de su lucha por ver la fe protestante en su ciudad y en la vida de sus hijos, nos recuerda que la salvación es del Señor. No se conoce si su hijo regresó a la fe que ella le enseñó o no. Ella murió sin saberlo, pero su legado probablemente ayudó a muchos a escuchar el evangelio. Lo que escribió, a más de uno edificó, aunque hoy en día no tengamos testigos de ello. Dios no siempre registra esas evidencias, basta con reconocer la promesa de Dios que, cuando su Palabra es enviada (escrita o hablada), jamás regresa vacía (Is 55:11). A pesar de todo, ella no desistió de su fe ni desistió en orar por sus hijos. Ella fue una madre que vio más allá de su nombre o un cargo político, no se pronunció como madre o salvadora, simplemente, en la cotidianidad de su vida, atendió el llamado de Dios y puso por obra la Palabra para que esta haga lo que solo ella puede hacer en el poder del Espíritu Santo.
No desistas de orar por tus hijos, no te desanimes si no ves fruto, encomiéndalos a Dios, y Él, que es justo y conoce todo, obrará según su plan de salvación. Donde sea que Dios te ha puesto, piensa en las maneras que puedes presentar, ejemplificar y usar el evangelio para la gloria de Dios. Guarda tu corazón del orgullo y de la vanagloria que busca un nombre para ti, más bien, recuerda las palabras de Pablo: «El amor de Cristo nos constriñe» (2 Co 5:14) para compartir las buenas nuevas de salvación y vivirlas frente a otros, empezando por tu hogar. Confía en el Señor, espera en el Señor, vive para el Señor donde Él te ha colocado, aun si es en la política, y descansa en su bondadoso plan de salvación.
Aprende
¿Quién es Elisabeth Brandesburgo?
Vive
Lee Josué 8:30-35. Josué está renovando el pacto mosaico, ¿a quién lee este pacto que contiene la ley? ¿Por qué es importante? ¿Qué te enseña hoy para hacer?
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Recursos
https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/necesario-mujeres-compartan-la-palabra/
https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/reino-dios-politica/
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