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Todos somos Caín

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Todos somos Caín
  • Nacer en una familia que ama y conoce a Dios no es garantía de que todos los integrantes harán su voluntad.
  • Nuestra ofrenda a Dios debe ser sincera, pero también con excelencia.
  • Confiar en Dios y su provisión se ve en la forma en cómo ofrendamos a Él.
  • Hacer la voluntad de Dios te llevará a tener enemigos que buscarán hacerte el mal.
  • Hay esperanza para el pecador arrepentido y que busca hacer la voluntad de Dios

 

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Todos somos Caín

Caín fue el primer hijo de Adán y Eva, concebido después de que fueron expulsados del Edén, y hermano de Abel. Cada uno tenía una labor específica: Caín era labrador de la tierra y Abel era pastor de ovejas. 

Cierto día Caín presentó a Dios una ofrenda del fruto de la tierra y, por su parte, Abel dio a los primogénitos de sus ovejas, es decir, lo mejor de ellas. Ambas ofrendas fueron presentadas, y Dios vio con agrado la ofrenda de Abel, pero no la de Caín, ¿qué sucedió? Caín se enfureció y andaba cabizbajo (Gn 4:5, NVI).

Con seguridad, la ofrenda que presentó Caín era hermosa a los ojos de quienes lo vieran, en comparación al animal muerto que estaba presentando su hermano Abel. No obstante, la belleza o perfección externa de lo que presentamos a Dios como ofrenda, no siempre evidencia una actitud correcta en nuestros corazones.

¿Cuál fue su pecado?

 Caín es una muestra perfecta de que se puede nacer sin amor y sin temor de Dios en una familia con padres que le aman y le conocen. Eso se aprende, se modela y se instruye a lo largo de nuestras vidas con la esperanza de que Dios tendrá misericordia de nuestros hijos y los atraerá a Él, tal como nos lo indica la Palabra. 

La obediencia a Dios es requerida para cada ser humano, mucho más para los que somos sus hijos; y Génesis 4 nos indica que ambos hermanos sabían de presentar una ofrenda requerida por Dios; no obstante, no era para el perdón de los pecados, sino como un presente en respuesta a la provisión de Dios. 

Al transcurrir el tiempo, Caín trajo al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. También Abel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grasa de los mismos. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Caín se enojó mucho y su semblante se demudó. (Gn 4:3-5).

Caín se enojó porque  la ofrenda de su hermano fue mejor para Dios; su hermano dio un mejor presente a Dios: lo mejor de su rebaño y lo hizo con excelencia y para alabanza del Dios que proveyó lo que tenían.

¿Cuál es el pecado por el cual Caín está en la lista negra de la Biblia? ¿Fue su enojo? ¿Acaso fue la deficiente ofrenda que presentó? ¿Fue rebeldía a Dios? Desafortunadamente, en tan pocos versículos podemos leer un cúmulo de pecados que bien podrían hacer que Caín estuviera en la lista varias veces.

Necesitamos amor

 La muerte de Caín se menciona en el Nuevo Testamento de la siguiente forma: «No como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.» (1 Jn 3:12); versículos antes habla del amor unos por otros: amor entre hermanos.

Las obras de Abel eran justas, las de Caín no, y por eso él no amaba a su hermano, había maldad en su corazón. Con esto no quiero decir que Abel era inherentemente bueno, sino que sus obras eran justas, como las de aquel que se sabe perdonado y aceptado por Dios.

La historia de Caín nos enseña acerca de que podemos actuar injustamente contra aquellos que hacen la voluntad de Dios; quizá no pensemos en asesinar a alguien porque está haciendo lo que Dios demanda, pero ¿qué tal si en nuestro corazón está un sentimiento contrario contra ellos?

No los asesinaremos a sangre fría, pero podríamos calumniar, guardar rencor y ejecutar venganzas contra aquellos que hacen la voluntad de Dios mientras que nosotras no lo estamos haciendo. ¿Cuál debería ser nuestra respuesta si hemos visto que nuestros corazones han guardado odio, rencor y enojo contra aquellos que hacen la voluntad de Dios? Arrepentimiento y perdón de Dios. Necesitamos arrepentirnos de nuestra rebelión contra Dios al no hacer su voluntad, pero también necesitamos arrepentirnos de secretamente buscar el mal de nuestros hermanos que caminan fielmente con Dios.

Cuando hayamos ido delante de Dios y en compañía de hermanas mayores en la fe para confesar nuestro pecado, entonces, estaremos seguras y convencidas de que hemos recibido el perdón de Dios y que podemos hacer su voluntad. Del mismo modo, seremos capaces de pedir perdón a aquellas personas a las que hemos dañado de diferentes maneras.

Hay esperanza

 Como hemos visto, el pecado de Caín no es nuevo y no somos las únicas en el mundo que hemos experimentado lo mismo que él; sin embargo, Dios nos ha provisto de un salvador, nos ha dejado su presencia en nosotras para que nos convenza de nuestra maldad y nos lleve de regreso al trono de la gracia.

Cristo está hablando cosas buenas de nosotras, sus buenas obras nos dieron el perdón de nuestros pecados y ahora estamos capacitadas para hacer el bien a nuestros hermanos y amarlos como Él nos ha amado. No de manera perfecta, pero sí reflejando el amor que de Él recibimos, porque:

En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano. Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. (1 Jn. 3:10-11, NBLA). 

 

Aprende

Sé que decir que todos somos Caín puede parecer extremo y agresivo; sin embargo, espero que a través de la lectura de hoy, el Espíritu Santo te haya mostrado si en algún momento has visto con desagrado a aquella hermana que está haciendo la voluntad de Dios y tú no. ¿Pudiste ver con más claridad tu corazón? ¿Qué aprendiste?

Vive

Busca a una hermana mayor en la fe con la que puedas hablar de tus luchas y de tus temores. No estamos solas, y si has guardado enojo y rencor contra alguien, hoy es el día de presentarte delante de Dios con la confianza de que Él no nos echa fuera.

Lidera

¡Sé una hermana mayor para otra mujer! Acércate a una mujer por la cual hayas estado orando antes y déjale saber que puede confiar en ti. Háblale de tu caminar con Dios y de cómo te ha transformado para amar a tus hermanas, como Cristo te amó.

 

Recursos

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/ofrenda-cain/

https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/cain-abel-malinterpretar-palabra/

 

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