Nunca Más Será Avergonzado Mi Pueblo
Nov 29, 2020¿Recuerdas la primera vez que el ser humano experimentó el sentimiento de vergüenza? Fue justo después de comer del fruto del árbol prohibido. El capítulo tres de Génesis nos cuenta la historia de la caída del ser humano. Adán y Eva fueron engañados por Satanás y desobedecieron a Dios. El versículo siete (NTV) dice: “En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse”. Los siguientes versículos cuentan que corrieron a esconderse entre los árboles del huerto cuando escucharon la voz de Dios. El motivo fue que tuvieron miedo de su presencia y de que viera su desnudez. Lo que antes era para ellos un deleite, sentir la seguridad y el amor de Dios mismo, se convirtió en una experiencia dolorosa.
El Señor, en su justicia, sentenció al hombre, al diablo y al mundo. El temor, el fracaso y la vergüenza fueron emociones legítimas por haber rechazado a Dios, por ello, era necesaria una obra de redención de la misma magnitud para restaurar la relación entre el Padre y el hombre. Así que, el Señor, en su gran amor y compasión, proveyó la salvación (Gn 3:15): Jesucristo.
Esta vergüenza se ha extendido a través del tiempo, y las repercusiones han sido fatales. Si Dios lo resolvió en la cruz, ¿por qué seguimos viviendo los estragos?La vergüenza que cosecharon Adán y Eva fue cubierta por Jesús al ser crucificado. Nuestros pecados fueron pagados en la cruz. Desde entonces, podemos llevar la frente en alto, vivir siendo reales, sin necesidad de portar máscaras para justificarnos ante los demás. El resultado de la cruz es la herencia de los santos. Desafortunadamente, hay mucha gente en el mundo que no ha aceptado a Jesús como su Señor y Salvador. Estas personas viven día a día cubriéndose de la vergüenza del pecado con diferentes tipos de máscaras: religiosidad, títulos, dinero, etc. Incluso, a veces, nosotras mismas vivimos así, olvidando lo que Jesús hizo por nosotras.
Hay otro tipo de vergüenza que no proviene precisamente de la relación rota con Dios, sino de las relaciones de unos con otros. Adán y Eva se culparon entre ellos y la serpiente, pusieron la responsabilidad de sus actos en otro en lugar de reconocer que tomaron una mala decisión. Esta clase de vergüenza ha tomado diferentes formas en la sociedad. Lo más triste es que también la encontramos dentro de la iglesia.
Reflexiona en lo siguiente: ¿de qué manera vemos la vergüenza en nuestra sociedad, especialmente entre mujeres? Somos muy vulnerables a ser objeto de culpa y vergüenza de otros por el simple hecho de ser del sexo femenino. Hay sociedades, incluso, en donde la mujer no tiene ningún valor. ¡Sí, en pleno 2020! Lo vemos en el trato que reciben, en la ausencia de derechos, en los atuendos que las cubren y en muchas cosas más. Tal vez en la sociedad en la que nos desenvolvemos la situación sea diferente y mucho más sutil, pero es igual de dolorosa.
También podemos hablar de la vergüenza interior, aquella que intentamos que nadie vea, pero que sabemos que está ahí y tiene diferentes voces: “no soy suficiente”, “no soy amada”, “fui abusada sexualmente”, “no soy la esposa perfecta”, “no soy una buena profesionista”, y la lista continúa.
La vergüenza se puede experimentar desde que el bebé está en el vientre de su madre. Si ella la siente, el bebé la sentirá. Y cuando nace, comienza la competencia. Todos quieren saber cuánto pesó, cuánto midió, cuántas onzas de leche toma, quién fue el médico que lo trajo al mundo… y si no cumple con las demandas de la gente, queda descalificado e,inevitablemente, avergonzado.
Es la desnudez la que avergüenza, que sepan realmente quién soy. Los estándares del mundo son falsos y de poco valor comparados con las verdades de Dios que traen luz al corazón, iluminan el alma, la mente y dejan ver que no necesitamos cubrir nuestra vida con nada. La cruz tiene el poder de derribar toda fortaleza o muralla para crear algo glorioso de esas ruinas. Tú y yo podemos ser personas que guarden y vivan la verdad de Dios y no coleccionistas de mentiras. Perseveremos en la Palabra de Dios, no en palabras vacías, huecas, que no edifican nuestro carácter, sino que intentan mantenernos debilitadas.
El pueblo de Israel fue avergonzado, saqueado, abusado, robado y llevado cautivo. Ante las demás naciones, no tenía ningún valor. Pero Dios lo consoló y le prometió que nunca más sería avergonzado (Is 54:14).
En Isaías 53 encontramos un pasaje maravilloso, el del siervo sufriente y el siervo glorioso. La cruz era símbolo de vergüenza, pero Jesús la transformó en gloria y libertad, nos unió a Él y desterró la vergüenza que puede traer cualquier sufrimiento.
La iglesia, como pueblo de Dios, no será avergonzada,y tampoco nosotras. Aunque el mundo lo intente, aunque los enemigos de Dios lo intenten, ¡no lo lograrán! ¡Nunca más seremos avergonzadas!¡Dejemos atrás la vergüenza falsa! El Señor ha prometido una corona en lugar de cenizas y alegría en lugar de luto (Is 61:3).
Hermana, ¿qué pasa si decides no sujetarte de la libertad de Cristo? La vergüenza nos mantiene prisioneras y no nos permite acercarnos a Dios. ¡Ya no somos esclavas! Cristo nos redimió del pecado, de la ley y de toda condenación de Satanás. Jesús nos ha prometido libertad y esperanza. El Señor dice en su palabra que somos mujeres virtuosas (Pr 31) porque Él nos ha dado una nueva identidad y una nueva naturaleza. Un día el hombre cayó, pero Jesús dio su vida para levantarlo. No tengas miedo de ser real, aunque no le gustes a todas las personas, ¡a Jesús le fascinas! El Padre te ve desde el filtro de la sangre de su Hijo y eres aprobada, ahora le pertenecemos (Ef 1:6).
APRENDE
1. Lee Proverbios 31. A simple vista, parece ser el retrato de una mujer modelo difícil de igualar. “¿Quién la hallará?” No es que no haya, sino que muchas no lo saben o no lo creen. El enemigo se ha encargado de promover el odio por las mujeres.
2. La mujer virtuosa descrita en Proverbios 31 no surgió de la noche a la mañana, sino que se formó con el tiempo entre batallas, desafíos, luchas, arduo trabajo, dudas, decisiones, determinación y valor, pero, sobre todo, fe y temor a Dios.
3. ¿Cómo te identificas con la mujer de Proverbios 31? ¿Qué puedes cambiar sobre tu autoconcepto, recordando que eres una hija de Dios?
VIVE
1. ¿Cuáles crees que son algunos dones y rasgosde tu carácter que Dios te ha dado y que han sido determinantes en tu vida?
2. ¿En qué momentos estas cualidades han sido herramientas para alcanzar un logro o vencer una tentación?
LIDERA
1. Envía una nota a tres mujeres que son importantes en tu vida en la que reconozcas las cualidades que ves en ellas pero que quizá nunca se las has dicho.
2. Todas conocemos a alguien que frecuentemente habla de sus fracasos.Mantente atenta a esta persona y afírmala en la verdad de quién es en Cristo y en la libertad de aceptarse a sí misma y de reconocer que los llamados “fracasos” no son más que aprendizajes.
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