¡No puedo guardar silencio!
Apr 06, 2022
¡No puedo guardar silencio!
Mujeres de fe: la historia de Wendelmuta Klaus
Muchos estaban siendo decapitados, quemados o ahogados por confesar su fe en las doctrinas de la Reforma —Solo por gracia, Solo por fe, Solo Cristo, Solo para la Gloria de Dios, Solo la Palabra de Dios— contra las autoridades papales, específicamente contra el Rey Carlos V. Doctrinas que suman las verdades apostólicas de las cuales el pueblo cristiano fue privado dadas las falsas enseñanzas y la imposición de la religión católica romana por parte del gobierno romano.
¿Quién era Wendelmuta Klaus?
En este escenario encontramos a Wendelmuta, quien era una viuda conocida de Monickendam, Holanda en 1527. Ella pregonaba las doctrinas de la Reforma con tanta convicción que fue convocada a un concilio holandés en el que le comunicaron que, a menos de que renunciara a sus “errores” doctrinales, le esperaba una muerte espantosa.
¿Qué hizo?
Situación en la que ella respondió:
—Si el poder les viene de arriba, estoy preparada para sufrir.
—No le temes a la muerte porque jamás la has probado —le dijeron.
—Es cierto, y tampoco la probaré porque Cristo dijo: “El que guarda mi Palabra, nunca verá muerte” (Juan 8:51).
—¿Quién te ha enseñado esas opiniones y cómo las conociste? —le dijeron.
—El Señor que llama a todos los hombres hacia sí. Yo soy una de sus ovejas, así que escucho su voz (Juan 10:27).
La calma y firmeza que había en sus palabras no eran de apariencia, provenían del Señor. Lo que enfadaba a sus examinadores que no deseaban salvarla, sino acumular más puntos a su favor para agradar al rey.
En cierta ocasión, una dama de la nobleza la visitó y le dijo:
—Querida, ¿no puedes acaso pensar como quieres y guardar silencio? ¿Por qué habrías de morir?
—¡Ah! —le respondió. —No sabes lo que dices. Escrito está: “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9). No puedo guardar silencio, querida hermana, no puedo guardar silencio. Me siento impulsada y obligada por amor a hablar sobre aquel que dijo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32-33).
—Me temo —dijo la mujer— que te enviarán a la muerte.
—Si mañana me mandan a la hoguera o me colocan en una bolsa y me ahogan me será indiferente. Si ese es el plan del Señor, el que Él ha escrito para mí, así será y no de otra manera. Mi propósito es ser fiel al Señor, no cuestionarlo.
Al día siguiente la llevaron ante el concilio, y luego de otro breve interrogatorio, la condenaron a muerte. Desde el salón del concilio la llevaron al patíbulo, la estrangularon y luego la quemaron.[1]
¿Qué podemos imitar?
Es muy fácil leer estas biografías y admirarlas, pensar que hubiéramos hecho lo mismo, o sentirnos motivadas a imitarlas. Más de una pensará —como yo— que ese fue su contexto, y que es una increíble historia, pero que es algo que no sucedería en su vida hoy en día.
Lo cierto es que no es así. Sí, ahora no estamos en el tiempo de la Reforma cuando literalmente morías por declarar creer en el Dios de la Biblia y vivir como Jesús por el poder del Espíritu Santo, pero en nuestro tiempo satanás se ha encargado de que el mundo nos avergüence y confunda por creer en Jesús.
Lo primero que podemos aprender de Wendelmuta es su conocimiento de la Palabra; lo segundo, que ese conocimiento se convirtió en un celo por Dios; y el tercero, reconocía que ella no pertenecía a este mundo, sino a una eternidad con Él.
¿Cómo perseveramos en la fe en Cristo?
Estar en la Palabra de Dios alimenta nuestro celo por Él donde quiera que estemos. El mundo nos engaña con sus enseñanzas humanistas para desear lo que ofrece, pero perece. Cuando Jesús dijo: “Tomen su cruz y síganme” (Mt 16:24), se refería a morir por Él y vivir como Él.
Cristo nuestro Salvador es el nombre ante el que toda rodilla se doblará y a quien todos glorificarán. El temor a no seguir a otros y seguir a Jesús es negarse. El camino angosto es negarse. La puerta estrecha es negarse. Temer a Dios es mucho mejor que temer a los hombres porque de Él proviene la gloria y de Él proviene la recompensa eterna.
APRENDE
- ¿Qué aprendiste sobre Wendelmuta? ¿Cómo reflejó su fe?
VIVE
- Lee Mateo 10:28 y medita en lo que significa temer a Dios y no a los hombres.
LIDERA
- Comparte este artículo con una amiga que tenga dificultad para proclamar su fe y anímala a ser una mujer valiente y fiel en Cristo.
[1] Sketches of the Women of Christendom, de la autora de Chronicles of the Schonberg-Cotta Family, Dodd, Mead & Company, Nueva York, pp. 1-2, 186-187
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